Una Invitación al Regreso al Hogar Interior por Vishnu
- Vishnu Ishaya

- 6 abr
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 12 abr

Espero, desde lo más profundo de mi corazón, que cada una de estas palabras que hoy te comparto con entusiasmo y sinceridad, deje una huella luminosa en ti. Que te sirvan como apoyo en tu caminar por esta experiencia llamada vida, y que te ayuden a reencontrarte con ese espacio de luz que habita dentro de ti.
¿Por qué muchas personas no logran conectar con la verdadera esencia de la vida?
Porque vivimos con una mente confundida, inquieta y ambiciosa. Nuestro enfoque se dispersa en múltiples deseos al mismo tiempo. Hoy queremos una cosa, mañana otra, y así pasamos los días, deseando demasiado en un solo momento: dinero, propiedades, reconocimiento, afectos... Y sin darnos cuenta, giramos alrededor de todo eso, hasta terminar perdidos en la confusión.
Querido ser, si de verdad anhelas algo, enfócate. Detente. Respira. Calma tu mente. Dirige todo tu amor y tu intención hacia un solo objetivo. Muchas veces no logramos lo que deseamos, porque nuestros anhelos deben atravesar gruesas capas de preocupación, angustia y miedo. Y todo eso nubla la visión de las verdades más puras de la existencia.
Sí, es posible vivir con abundancia, felicidad, amor incondicional. La vida es bella en todas sus formas. Pero tantas veces la mente nos juega pasadas, distorsiona nuestra percepción, le pone etiquetas a lo que vivimos, y terminamos viendo la vida a través de un lente empañado por el ego y por creencias que arrastramos desde la infancia.
Todo en este mundo es perfecto. Absolutamente todo. Pero la mente no siempre lo ve así. Mira a través de la comparación, el juicio, lo aprendido. Observa la vida según lo que otros dicen que “debería ser”. Todos quieren cambiar, pero pocos se afirman con fuerza en su decisión. Se dejan seducir por lo superficial, por la ilusión, o postergan diciendo: “eso no es para mí”. Sin embargo, no hay nada más importante en esta vida que tu propia felicidad. No importa cuánto dinero tengas en los bolsillos, lo verdaderamente valioso es que, aquí y ahora, estés tomando conciencia de que puedes vivir con plenitud.
No te acomodes. No te conformes con poco. Mira más profundo. Dentro de ti está el cielo, no después de la muerte, sino aquí, en este instante.
He conocido personas que le temen al infierno, sin darse cuenta de que ya lo están viviendo. El cielo y el infierno no son lugares lejanos; son estados interiores, y cada uno de nosotros elige cuál de esas experiencias desea vivir.
Algunos temen a la muerte, pero yo te digo: no temas morir…
Teme más bien llegar al final de tus días y descubrir que perdiste tu tiempo en cosas triviales.
Es frecuente dejarnos llevar por el ego, por la necesidad de tener, por la idea de que si alcanzamos poder o cambiamos de lugar, todo se transformará. Otros dedican su vida entera a cumular, y en ese afán se convierten en máquinas, olvidando su alma, perdiéndose a sí mismos.
Por eso, querido amigo, querida amiga, hoy te invito a mirar con ternura algunas partes de ti que quizá has evitado ver. Esas partes no son errores ni castigos, son puertas hacia tu verdadero ser. Míralas sin juicio. Abrazarlas te permitirá encontrarte contigo… y al encontrarte contigo, también podrás encontrar a los demás.
Con amor y sutileza, corta las cuerdas que te atan a patrones que ya no necesitas. Suéltalos. Son cargas que impiden que florezca tu grandeza. La vida tiene para ti regalos que aún no imaginas.
La invitación que te hago, en este instante —porque no existe otro— es a que te ames exactamente como eres.
Eres una expresión perfecta del universo.
Vive tu propia experiencia sin condenarla. Si hay algo en ti que no te gusta, ámalo también, porque allí hay perfección, allí también está Dios, con su infinita compasión.
No seas duro contigo. La luz llega, poco a poco, a los rincones más olvidados.
Y si algún día ves en otros eso que no te gusta de ti, no los juzgues. Ellos, al igual que tú, están jugando su juego en esta Tierra: un juego de limitaciones, de aprendizajes, de dualidades.
Ámate. Acéptate.
Estás aquí para recordar lo que ya eres:
Luz, conciencia y amor infinito.




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